Los niños desde el nacimiento sienten una necesidad constante de relacionarse con su entorno. Tocar, oler, escuchar y probar mientras se mueven es una prioridad para conocer lo que hay a su alrededor. De aquí la importancia de generar espacios seguros y sobre todo significativos en donde el niño tenga la libertad y la tranquilidad de moverse, de explorar, de descubrir y, en gran medida, jugar.
Estos espacios se convierten en ambientes de aprendizaje cuando por sí solos enriquecen los procesos de pensamiento, de comunicación, de creatividad y de interacción con los objetos, con los compañeros, maestros y familias. Cuando se disponen materiales que puedan manipular libremente y que estén a su alcance para que, de acuerdo a sus gustos y necesidades exploratorias, despierten y satisfagan su curiosidad y deseo constante por aprender.
Nuestros niños construyen normas, jardines infantiles en Bogotá
Las familias, los maestros y las instituciones deben ser propiciadores de ambientes significativos que posibiliten el desarrollo de múltiples experiencias. En donde el niño sea un participante activo del aprendizaje y fortalezca sus dimensiones cognitivas, comunicativas, artísticas, corporales y sociales a la vez que logra descubrir sus habilidades, destrezas y gustos.
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