Primer día en el jardín: el paso que los padres deben dar

Dar el primer paso de llevar a nuestros hijos al jardín nos puede dar temor y, aunque sabemos que es importante, siempre tenemos dudas, mil preguntas y todas las ganas de acompañarlos en este primer reto que enfrentarán. La entrada al jardín para ellos es adentrarse a un mundo lleno de risas, juegos, aprendizajes, desafíos y más niños. Un espacio para compartir, esperar el turno, escuchar al otro, interactuar con otros, en resumen, iniciar su proceso de socialización. 

Socializar es parte de la vida, somos seres sociales y nos construimos a partir del otro. Iniciar el jardín, durante la primera infancia, acerca a los niños a entender al otro, saber que hay más niños a su alrededor y a empezar a comprender los acuerdos de convivencia. Acuerdos que van generándose durante el día a día y les permiten apropiarse cada vez más a sus rutinas en el jardín. Al principio les cuesta, luego van generando amigos, compartiendo historia y construyendo vínculos afectivos fuertes y sanos. 

Esta interacción diaria y relacionamiento constante con otros niños, desarrolla en ellos la empatía, ganar habilidades para una comunicación asertiva, aprender a relacionarse adecuadamente y tener herramientas para saber resolver conflictos. El aprendizaje emocional es social, aprendemos en el contexto de los espacios compartidos y las interacciones sociales que hacemos día a día. Ese aprendizaje social tiene como punto de partida la imitación a partir de la cual construimos nuestras propias experiencias. 

Las importancia de las neuronas espejo en el aprendizaje

Las neuronas son las células que se encuentran en el cerebro y en todo el sistema nervioso. Estas células funcionan con impulsos eléctricos y hacen que podamos sentir, pensar, movernos. Los científicos han llamado neuronas espejo a aquellas que se activan al ver el movimiento que hacen otros, como si estuvieran preparándose para hacer lo mismo. 

Las neuronas espejo son las que nos permiten copiar los movimientos y gestos de los otros, de una manera instintiva. A través de ellas captamos inmediatamente el significado de las acciones de los demás e interpretamos sus intenciones y emociones. Es por esta razón que estas neuronas juegan un papel fundamental en el proceso de socialización y aprendizaje. 

El jardín se convierte entonces, en ese lugar seguro que ayuda a los niños a socializar, a aprender a gestionar sus emociones, a confiar en otros adultos distintos a su familia, a crear vínculos con sus profesoras y con sus pares, de una forma apropiada gracias a la presencia del otro. Es por ello que iniciar el jardín es una oportunidad de crecimiento para toda la familia.