Hace un año, cuando nos dejaron volver a abrir las puertas de los jardines infantiles, teníamos miedos, incertidumbres y dudas frente a los protocolos de bioseguridad exigidos para lograr la reapertura gradual, progresiva y segura de nuestros centros. El lavado de manos constante, el uso de tapabocas, la desinfección de las instalaciones, el distanciamiento físico y muchos otros requerimientos, hacían parte de nuestra lista de obligaciones a cumplir.
Hoy, después de un camino recorrido, hemos aprendido y, sobre todo, descubierto que los miedos y las incertidumbres nunca fueron más fuertes que las ganas de volvernos a ver, y por ello queremos recordar algunos de esos mitos que los niños lograron tumbar con su capacidad impresionante de aprender cosas nuevas y superar todas las expectativas.
Por otro lado, están los protocolos que se demostraron innecesarios y que poco a poco se fueron desmontando. El mito que se gestó acerca de que los niños eran altos transmisores y vectores del virus se fue disipando y volvieron a recuperar sus espacios.
Volver a ser niños y quitarse el estigma de que por causa de ellos los casos se iban a multiplicar sin control alguno significó un gran avance para las familias. Se reencontraron con sus amigos, regresaron a los parques, jardines, compartieron de nuevo en sus clases de música, de deportes y de arte. Las risas, los juegos, las preguntas y el disfrute de sus experiencias inundaron los jardines y aprendimos a estar juntos bajo el nuevo esquema de relacionamiento. Entendimos que la ventilación, el lavado de manos y el tapabocas son nuestras mejores herramientas para continuar juntos y los niños nos demostraron que son capaces de aprender a cuidarse ellos mismos y a los demás.
Hace un año estábamos llenos de inseguridades. No sabíamos si podíamos dar abrazos, nos costaba leer las emociones detrás del tapabocas pero el vínculo que teníamos con los niños nos permitió construir un camino de la mano de ellos para transitar juntos la pandemia y recuperar los momentos, las vivencias y las posibilidades de poder tener espacios en donde pudiéramos verlos jugar, aprender y soñar. Sin duda alguna, los mitos de la pandemia que se construyeron alrededor de los niños se han ido desdibujando y nos hemos dado cuenta que la imagen que debemos tener de ellos es que son capaces, competentes, resilientes y valientes. Siempre debemos creer en ellos.
Hoy y siempre queremos ver a los niños siendo niños.
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