Las rutinas son una pieza clave para que la armonía prevalezca en una casa. Un niño que tiene las actividades diarias desorganizadas puede sentirse inseguro o con cierto temor porque desconoce qué debe o qué va a hacer en cada momento. Sin embargo, si su vida está organizada, sabrá qué es lo próximo en el día a día y será cada vez más independiente.
Sabemos que los niños necesitan una base segura sobre la cual puedan moverse tranquilamente, por eso es necesario repetir rituales que ayudan a que el niño vaya asimilando un esquema interno que convierte su mundo en un lugar predecible y, por lo tanto, seguro.
Después de las vacaciones volver al horario habitual, hacer las mismas actividades y cumplir con hábitos y rutinas nuevamente, no es tan fácil para los niños. Levantarse tarde, quedarse en pijama, jugar y jugar es muy divertido para ellos, por eso regresar al jardín no parece tan divertido y les cuesta trabajo readaptarse o adaptarse si es su primera vez y disfrutar los momentos que viven cada día en ese nuevo entorno. Por esta razón, es importante que el adulto los acompañe para ir ajustando cosas antes de volver al jardín.
En esta tarea las familias no están solas y afortunadamente hay muchas recomendaciones que funcionan y que implementándolas adecuadamente tienen resultados positivos y satisfactorios para papá, mamá o cuidadores. Lograr una transición armónica de las vacaciones al jardín es clave para que el momento de acogida y adaptación sea exitosa para toda la familia.
A continuación, les queremos compartir algunas recomendaciones que funcionan la mayoría de las veces y que son muy fáciles de lograr:
Un ambiente seguro, acogedor, de relaciones sólidas y que cubra sus necesidades básicas son necesarios para que el niño desarrolle sus aspectos emocionales y sociales. Las rutinas le aportan cierto control sobre la situación, saben qué es lo que se espera de ellos, qué deben hacer, cómo hacerlo y qué sucederá después.
Así mismo, las rutinas ayudan a que los niños cooperen y a que aprendan a hacerse cargo de sus propias actividades. Esta sensación aumenta su sentido de dominio y competencia, se sienten más independientes y responsables de sí mismos.
“La rutina diaria es para los niños lo que las paredes son para una casa, le da fronteras y dimensión a la vida. Ningún niño se siente cómodo en una situación en la que no sabe qué esperar. La rutina da una sensación de seguridad. La rutina establecida da un sentido de orden del cual nace la libertad.” (R. Driekurs)
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